Se quedó mirando un punto en el vacío y se convirtió en él
y sintió el peso del mundo en las hojas, se mojó con las olas del tiempo y caminó entre cadáveres de sueños.
Y lloró mil ríos, en silencio, un silencio tan para sus adentros, como una nuez cubierta por su coraza metalizada.
Y se quebró como el vidrio cuando conoce al suelo; se fundió como azúcar amarga y escribió unas palabras que luego le leyó al viento.
Y todo esto, para suspirar un segundo en una vida, levantó el mentón y con el sol radiante reflejado en su rostro dijo: Adiós.
Eiji Mnemonic
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