Synapses axiomatique

"Un lieu d'expérimentation, de lire et de penser"
"A place to experiment, read and think"

lunes, 30 de septiembre de 2013

El día en que me di cuenta que era una máquina


El día en que me di cuenta que era una máquina




Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. Estaba tumbado sobre su espalda dura, y en forma de caparazón y, al levantar un poco la cabeza veía un vientre abombado, parduzco, dividido por partes duras en forma de arco, sobre cuya protuberancia apenas podía mantenerse el cobertor, a punto ya de resbalar al suelo. Sus muchas patas, ridículamente pequeñas en comparación con el resto de su tamaño, le vibraban desamparadas ante los ojos.
(Franz Kafka)


Cuando abrí mis ojos, lo primero que vi fueron unos rayos de luz atravesando el polvo, dominante entre las cosas que hay en el dormitorio, después de posponer varias veces el despertador me levanté de la cama y sentado con las manos en la cara refunfuñé por la hora, nunca me gustó levantarme temprano, nunca. Un día normal, muy normal diría; cuando entré al baño mojé mi cara con agua fría para despabilarme un poco, aunque no me sirve de mucho; nunca tengo tiempo de desayunar así que salgo a paso rápido, no para llegar en hora, sino para no llegar tan tarde. Cuando no voy tan apurado me gusta observar a la gente y trato de no ser uno de ellos, de salir de los engranajes un rato, pero a veces la corriente te lleva aunque sepas nadar, y terminas siguiéndola como un pez buscando reproducirte, ¿Y que hacemos con eso?  ¿Qué hacemos con los minutos perdidos? ¿Si el tiempo es oro porque lo gastamos en cosas que no queremos hacer? ¿Por qué gastamos dinero que no tenemos en cosas que no necesitamos? ¿Por qué no nos maravillan esas “estupideces” ordinarias que están ahí para nosotros día a día? ¿Por qué despreciamos la sonrisa de un extraño? ¿Por qué somos tan nosotros? Tan “Yo”.
Alguno se puede cuestionar que es lo que enciende esa chispa, pero es lamentable que solo quede ahí y no hagamos nada para cambiarlo.

Cuando crucé la primera calle, después de esperar esos cuarenta segundos que siempre parecen eternos, me di cuenta que el sol estaba libre, radiante, como si se luciera entre las nubes lejanas, con ese brillo lleno de vida que tiene. Y en mi mente divagué pensamientos fútiles, embrollados, de cosas que se me ocurren, fantasías que parecen irrealizables, cosas de “arte”; porqué si hay algo que tengo, es imaginación y mucha. ¿Pero de que sirve eso siendo solo un número? ¿Para que sirve un camino que no recorremos? ¿Será que nos gusta estar marcados? Desde nuestro nacimiento no nos pertenecemos, le pertenecemos al sistema, le pertenecemos a nuestros padres, a la escuela, al liceo, a la calle, como si fuéramos un animal que  se engorda para la cena de fin de año, toda nuestra vida nos vamos engordando para darle vida, para componer una pieza más de este rompecabezas inmenso que  es nuestra existencia, esa existencia casi nula de a ratos.
Cada mañana veo las mismas caras largas, algunas  varían cada tanto, pero la mayoría caen en esa monotonía absurda, enervados o alienados, como si fueran mascaras de una galería, colgadas en todo el camino, a veces me olvido de mirarlos o me convenzo de no hacerlo, porque no quiero ver mis defectos en los demás, porque no quiero criticarme, criticando a alguien, pero lo hago, lo hacemos, ¿somos perfectos, no? La naturaleza, Dios, el cosmos o la Pachamama o quien carajos quieras creer, nos hizo “superiores”, nos hizo dominantes ¿no? Incluso con nosotros mismos, ni hablar de los animales “inferiores”.
Pero igual sigo caminando y voy mirando el reloj, contabilizando los minutos a mi llegada tardía, y pienso en las hormigas, pienso en cuanto y en tan poco nos parecemos, como si tomaras una idea y le sacaras las partes buenas; somos cada vez más fríos, mas distantes, ¿será que un día abandonamos nuestros sentimientos?
Y el sueño no alcanza para llenar lo podrido de la mente, y el tic-tac sigue sonando y sonando, como si no saliéramos jamás de ese círculo, que vuelve a repetirse una y otra vez, todos los días.

Mi desayuno, muy nutritivo, se alterna entre café y café negro, como si el destino supiera cual es mi color preferido, y empieza mi día normal, aburrido, monótono.


Eiji Mnemonic

jueves, 12 de septiembre de 2013

Límites


La reencarnación podría ser el limite de la naturaleza, la posibilidad de crear hasta cierto punto. La repetición de los esquemas, el número finito de combinaciones posibles que permiten la similitudes entre humanos. Como si tuviéramos una caja de piezas para encastrar una en otra, llegado el momento esas piezas comienzan a repetirse, lo que da como resultado una cantidad limitada de esas combinaciones.
Entonces, suponiendo que la reencarnación existe, la versión del ser que eres hoy podría haber sido similar a la de hace miles de años.

Eiji Mnemonic

Vacío Blanco



¿Y dónde está el último escalón?
Si caminando entre cadáveres no vemos la luz

¿Será que la niebla, esa húmeda niebla nos ha cegado?
El suelo no es muy firme en esta zona
tal vez es porque antes era un cementerio
Los cascabeles se escucharon dos veces, como si fueran un atrapa sueños sin terminar.

¿Y dónde está el primer escalón?
Si ya se olvidó de cuando aprendió a caminar

¿Será que sus ojos ya aprendieron a ver en la oscuridad?
El suelo no existe, tampoco existe mi cuerpo
tal vez es porque esto es el éter
No se puede escuchar nada, salvo un vacío incoherente
empezando a sonar.

Eiji Mnemonic
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...