Extrañaba la magia, las risas, los sonidos incoherentes, los dibujos de la mente y esas cosas comunes que se hacen tan efímeras, una chispa que se va, que se fue. Y el placer de ir en balsita, flotando y viendo paisajes de locura, azules y verdes, explosivos; la música, que se vuelve un elixir de placer y energía, un baldazo de agua fría que eriza la pelos como preparándolos para la guerra. Esa electricidad, que emerge de la nada y conceptos de aspectos milenarios, trascendentales, divagues ambiguos. La invasión de los sentidos como manecillas de un reloj descompuesto y la libertad que supone a la marioneta; la belleza de la destrucción y la agonía del tiempo inconstante; la mirada curiosa, que espera a la sonrisa.Y la búsqueda tenaz que abriga los sabores dulces y amargos.
Eiji Mnemonic
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