Un día recordarás, recordarás todo.
Todo será como fue antes, en el principio del tiempo, cuando el cielo estaba lleno de seres voladores, cada noche yacían en el mismo lugar en el cielo y rápidamente con un ojo abierto cuando tu estés en las puertas del cielo, dormirás en la noche para observarlos sobre tu hombro.
Luciérnagas surcando el aire en un camino sin huellas, alumbrando la tierra húmeda por el rocío dulce de la luna. Campanas pequeñas como insectos inundando en música el silencio, el viento sonando como pequeñas flautas de cañas.
Desde que mi casa se quemó puedo ver la luna más claramente, deje ir todos los miedos que habitaban en mí; vi mordeduras que tenía en mis manos, pero las dejé ir. Vi promesas que no quise mantener, canciones que no canté, heridas que no curaban, lagrimas que no compartí. Vi muertes que no esperé, plegarias que no respondí, puertas que no abrí y puertas que no cerré. Amantes que dejé atrás y sueños que no viví. Vi todo lo que fue ofrecido a mí y todo lo que no pude aceptar, vi las cartas que deseaba, pero no recibí; vi todo lo que podría haber sido, pero no fui. Pero el cielo sigue estando ahí.
Un elefante con sus colmillos está durmiendo entre las estrellas, asimismo una ballena durmiendo en el mar; estas imágenes duermen en mis sueños, estas cartas son mis cartas para ti. Plumas cubriendo los ojos caen lentamente, en un espiral detenido en el tiempo. Un ave volando en un callejón de columnas que proyectan su sombra, danzando una mirada como una tela que simula el agua en movimiento. Corriendo en escaleras como un libro que pasa sus páginas entre la arena; dulces bestias descansan a tus pies, mientras el oráculo susurra los secretos del universo. Una araña atrapa una mosca que envuelve en un zumbido a la vida. Mi corazón como una casa que sus ventanas no se abrían hace mucho tiempo, ahora escucha un resoplido de las cebras jugando y corriendo y recuerdo el hielo derritiéndose entre las piedras del hogar de las ranas, recuerdo el coral alumbrado por la luz, nadando las ballenas en el silbido del viento entre los árboles. Interminables mares y ríos. La canción de las dunas del desierto y los animales correteando en busca de hierbas. Y una voz que dice: recuerda tus sueños, recuerda tus sueños.
Cada vez que pienso en esos guardianes del espíritu, recuerdo cada vez más quien soy, cuando pienso en esa danza que mueve la balsa, me convierto en la danza. El tiempo fluye, un ratón viene y se acerca en busca de un poco de pan, dejando de lado el temor a ser comido. Esperando la respuesta de la mano que da y nunca quita. Sumergido boca abajo en un círculo, los brazos moviendo las manos que sacuden el agua y la convierten en la anti quietud eterna; como la rueda que emprende su camino sin seguir el camino mismo.
No puedo decir si estoy más cerca o más lejos, pero tengo la serenidad para apreciar tu rostro. Ahora encuentro fácil ver o aprender, que son la misma cosa.
Plumas al fuego, fuego a la sangre, sangre al hueso, hueso a la médula, médula a la ceniza, cenizas a la nieve.
Las ballenas no cantan porque tengan una respuesta, cantan porque tienen una canción.
Lo que importa no es lo que está escrito en las páginas, lo que importa es lo que está escrito en el corazón. Entonces ahora quema las cartas y deja las cenizas sobre la nieve, en la orilla del río, para cuando este crezca puedas leerme, en la primavera resurgiendo, las palabras y las cenizas lavaran tu cuerpo y escucharas las canciones aun no escritas por el viento.
Volando cada día.
Eiji Mnemonic
#writing
