Synapses axiomatique

"Un lieu d'expérimentation, de lire et de penser"
"A place to experiment, read and think"

viernes, 14 de octubre de 2011

Proust


Hoy mientras tomaba mi descanso de treinta minutos en mi trabajo, luego de almorzar me decidí a comer mi postre junto con mi café de paquete favorito: “Irish Cream” y para mi sorpresa, el postre que elegí quien sabe porque si casualidad o causalidad inconsciente, me dejó algo más que un sabor dulce en la boca; el postre era budín de pan.
Lo mágico de este momento fue la segunda mordida, mi piel se erizo completamente y fui transportado a mi infancia, vi a mi madre y a mis abuelos, escuche el ruido del cuchillo picando las verduras para el guiso y el lloriqueo de mi perra manchita, vi el vapor del agua ya caliente para preparar el mate, y sentí el fuerte aroma del vino tinto que tomaba mi abuelo todos los días. Nunca antes había tenido este tipo de conexión con mi infancia. De verdad fue un instante excepcionalmente mágico y nostálgico. Lo mejor de todo esto, es que me alegró el día, ya que estaba de muy mal humor. :D

En el momento quedé boquiabierto y se lo conté a una compañera de trabajo que además es psicóloga, y me dijo que algo similar a lo que me sucedió a mí, le pasó al escritor de "En busca del tiempo perdido", Marcel Proust.

Aquí el extracto:

« […] En cuanto reconocí el sabor del pedazo de magdalena mojado en tila que mi tía me daba (aunque todavía no había descubierto y tardaría mucho en averiguar el por qué ese recuerdo me daba tanta dicha), la vieja casa gris con fachada a la calle, donde estaba su cuarto, vino como una decoración de teatro a ajustarse al pabelloncito del jardín que detrás de la fábrica principal se había construido para mis padres, y en donde estaba ese truncado lienzo de casa que yo únicamente recordaba hasta entonces; y con la casa vino el pueblo, desde la hora matinal hasta la vespertina y en todo tiempo, la plaza, adonde me mandaban antes de almorzar, y las calles por donde iba a hacer recados, y los caminos que seguíamos cuando hacía buen tiempo. Y como ese entretenimiento de los japoneses que meten en un cacharro de porcelana pedacitos de papel, al parecer, informes, que en cuanto se mojan empiezan a estirarse, a tomar forma, a colorearse y a distinguirse, convirtiéndose en flores, en casas, en personajes consistentes y cognoscibles, así ahora todas las flores de nuestro jardín y las del parque del señor Swann y las ninfeas del Vivonne y las buenas gentes del pueblo y sus viviendas chiquitas y la iglesia y Combray entero y sus alrededores, todo eso, pueblo y jardines, que va tomando forma y consistencia, sale de mi taza de té […]»

Eiji Mnemonic

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