Y en ese momento me sentí triste, llegué a un lúgubre sitio, donde los
árboles lloraban arrastrándose contra el suelo y sus hojas marchitas caían una
a una con la gélida brisa. La niebla espesa
devoraba todo a mí alrededor y no
pudiendo ver, tenía que caminar lentamente para no tropezarme.
Escuché un sonido lejano, como de almas en pena y curioso me dejé
llevar por él, mis pasos livianos me arrastraron siguiendo los cánticos, y en
mi embriaguez mental viajé por el universo entero en un segundo, me convertí en
un haz de luz y desgarré mi cuerpo dejando solo mi esencia, mi ser.
Eiji Mnemonic